El derecho a la comunicación y la importancia del ejercicio ético en la comunicación organizacional

“Los rasgos que nos diferencian de otras especies animales, son los rasgos constitutivos de nuestros derechos humanos. Todos los derechos que representan la posibilidad de elegir y de utilizar nuestro criterio como seres humanos, son derechos que debemos ejercer de manera cotidiana. Las otras especies animales también tienen derecho a una vida digna, libre de maltrato y discriminación, pero solamente nuestra especie puede elegir consciente y libremente su identidad o su orientación ideológica, y ejercer su derecho de opinar y sus valores éticos. La comunicación articula todos los otros derechos, es esencialmente un proceso humano de relación, que implica no solamente intercambio de información, sino puesta en común de conocimientos y reconocimiento de las diferencias. ¨ (Gumucio Dagron, 2012)

Los derechos humanos son nuestras obligaciones y responsabilidades para construir sociedades justas e incluyentes, son interdependientes, y no pueden ser disociados, abarcan la libertad, la participación, la solidaridad, el acceso, la inclusión, la equidad, la justicia y la interculturalidad, los derechos humanos no son estáticos evolucionan, se perfeccionan.

El derecho a la comunicación es fundamental en el proceso de construir una democracia sólida, un ciudadano bien informado puede participar de manera activa en la toma de decisiones que beneficien a su país. “La comunicación, esto es, sus contenidos, tecnologías y medios ocupan un lugar central en la configuración y desarrollo de las sociedades contemporáneas, lo cual parece no ponerse en cuestión por los actores sociales, estatales y de mercado. De hecho, todos estos actores, tanto dentro de los Estados cuanto en el conjunto de la comunidad internacional, parecen estar de acuerdo con que el conocimiento y la información -que son el contenido sustancial de las comunicaciones encierran varias de las claves sociopolíticas y económicas de toda posibilidad real de desarrollo en la actualidad.” (Jurado Vargas, 2009)

La comunicación no le pertenece solamente a los periodistas, especialistas o propietarios de medios, sino que es un derecho de todas y todos, que involucra el acceso y la participación individual o colectivamente en la generación del conocimiento, la comunicación es un derecho humano fundamental, que no se reduce a la producción de información.

La comunicación es algo cotidiano, es la base de la conformación de la sociedad, por eso frecuentemente se la asocia con los medios de información, esta confusión entre información y comunicación esta presente en todos los campos incluyendo la academia, en donde a los periodistas se les dice “comunicadores sociales” y en su currículo los contenidos están muy relacionados con los medios masivos.

“El oficio del periodismo nos hace productores de mensajes escritos o audiovisuales y nos mantiene atados a los instrumentos de difusión de esos mensajes, sea un diario, una radio, una cadena de televisión o internet.

Como comunicador, en cambio, asumo un papel diferente, el de un facilitador de procesos de comunicación participativa y horizontal para el cambio social, en los que aporto con mis conocimientos y técnicas en favor de decisiones y acciones colectivas, y los pongo en diálogo con otros conocimientos y experiencias. El comunicador piensa en procesos estratégicos, no en mensajes inmediatos.” (Gumucio Dagron, 2012)

Según Paulo Freire el humanismo, para ser auténtico sólo puede ser dialógico., hablamos de comunicación cuando nos acercamos al ideal de la participación dialógica o dialogal, que nos aproxima a una práctica plena de la comunicación en su sentido de ser un proceso y resultado de compartir, negociar y producir significados y valoraciones en un proceso social, porque la comunicación es ante todo reciprocidad.

La información es el mensaje, mientras que la comunicación es la relación, algo más complejo, que incluye las relaciones humanas. El generar, acceder e intercambiar información no es suficiente para comunicar, en la actualidad existe mucha información, por su facilidad de acceso, que genera un ambiente de incomunicación, la verdadera comunicación es cada vez más rara, sin embargo esto abre oportunidades para el diálogo intercultural, aunque los medios masivos muestran día a día versiones estereotipadas de la diversidad y de la diferencia, “¿No es con imágenes baratas y esquemáticas de los indígenas, de los negros, de los subdesarrollados, de los primitivos que la inmensa mayoría de los discursos massmediáticos –especialmente de la televisión– nos aproximan a los otros? Y de forma parecida funciona el mecanismo de distanciamiento: se exotiza al otro, se lo folkloriza en un movimiento de afirmación de la heterogeneidad que al mismo tiempo que lo vuelve «interesante» lo excluye de nuestro universo negándole la capacidad de interpelarnos y de cuestionarnos” (Martín Barbero, 1995)

El aspecto ético dentro de la comunicación, por su complejidad exige una visión integradora, al involucrar espacios diferentes, el axiológico que contempla a los valores como eje de la conducta humana, el emocional que se basa en el amor, en el sentido de conciencia y de preocupación por los demás; y al espacio racional basado en las normas y reglamentos, el deber ser de las personas y las organizaciones en general.

En la actualidad el tema de la ética se ha convertido en una preocupación ineludible, esta es indispensable para convivir en el mundo moderno, desde la óptica de la comunicación organizacional, se empezó a hablar sobre el tema en la última década del siglo XX, cuando se empieza a hablar de la responsabilidad social, los valores y la cultura organizacional.

Durante mucho tiempo la comunicación organizacional se enfocó a analizar los mensajes entre emisores y receptores, dentro de fronteras físicas de la organización, sin consideraciones de tipo ético. “Sin embargo, los mensajes diseñados para crear y mantener la identidad de la organización y por supuesto, la imagen, conllevan muchos componentes éticos, como por ejemplo: la integridad de la fuente que emite el mensaje, la legitimidad de dicho mensaje, su impacto entre las diferentes audiencias y por supuesto, la responsabilidad compartida, entre otros aspectos.” (Pérez Chavarría, 2004)
La relación entre ética y comunicación, planteada desde el entendimiento de la comunicación social como un proceso público en el que varios sujetos interactúan empleando distintas formas de lenguaje, en contextos culturales diversos, para llegar a una comprensión y una construcción común del sentido de la vida social.
En el ámbito de la ética la verdad se relaciona con las nociones de credibilidad, confianza, del consenso a partir del diálogo, en donde entran participativamente todos los afectados como integrantes de una sociedad de libre opinión, esta postura corresponde a la ética de la acción comunicativa de Habermas.
La ética, concebida y aplicada como acción de la libertad, supone como principio esencial la relación entre libertad y responsabilidad social, la libertad de expresión y sus concreciones como libertad de información, opinión y comunicación. La responsabilidad se entiende en el sentido de una concepción de la autonomía, en el contexto de una visión del ser humano como ser situado en el mundo y con otros sujetos con los cuales convive y con respecto a los cuales tiene deberes correlativos a sus derechos.

En todos los ámbitos de una organización, los mensajes que ésta genera a las diferentes audiencias contienen implicaciones éticas y como se sabe, la comunicación no es una actividad opcional. Por lo tanto, la legitimidad de una organización se obtiene con un comportamiento ético sostenido en valores que van más allá de ser un discurso y que son la pauta de acciones concretas como el cuidado al medio ambiente, el trato justo a los empleados, clientes, socios, proveedores, la calidad de la producción y los servicios, el respeto al ser humano, la sociedad, la cultura, entre otros, por esto hoy más que nunca todo lo relacionado con comunicación tiene que abordar aspectos éticos.

“Las organizaciones están obligadas a tener responsabilidad sobre todos sus actos y decisiones, porque emergen de un contexto social al que tarde o temprano deben rendir cuentas. Por lo tanto, no pueden ser amorales, no están más allá del bien y del mal. Al contrario, al estar integradas por personas son “inevitablemente éticas”. Deben tener una conciencia (deben mostrarla) que guíe sus decisiones. A su vez ésta les ayuda a formar y consolidar una identidad, un carácter que las hace ser responsables de dichas decisiones y de las consecuencias que de ellas deriven.” (Cortina, 2000)

Una comunicación responsable y cimentada en la ética reconoce la igualdad y autoridad de todos los interlocutores involucrados, para opinar, detectar problemas, y expresar ideas, manteniendo respeto y bajo normas que garanticen que puede decirse la verdad sin poner en riesgo el empleo o sin recibir etiquetas sociales o represalias.

Las condiciones indispensables para hablar de comunicación ética son el diferenciar la comunicación de la información, crear y desarrollar un lenguaje y significados comunes en la organización, desarrollar una participación responsable que viabilice el diálogo, mantener la congruencia entre el decir y el hacer para generar confianza y credibilidad.

Ahora, como las organizaciones son tejidos de interacciones dinámicas en donde el bienestar de cada actor está unido al bienestar de la organización como un todo, debemos contar con un sistema de comunicación basado en el diálogo que permita una correlación entre los intereses individuales y comunales, así como el autodesarrollo y el desarrollo comunitario.

Bibliografía

1. Aguirre, J. L. (2011). Comunicación para la inclusión: compartiendo experiencias por personas y temas afines. Nueva comunicación para garantizar los derechos comunicacionales de nuestros pueblos, (pp. 18–21). San José.
2. Cortina, A. (2000). Etica mínima, Introducción a la filosofía práctica. Madrid, España: Editorial Tecnos.
3. Gumucio Dagron, A. (2012, Agosto). EL DERECHO A LA COMUNICACIÓN: ARTICULADOR DE LOS DERECHOS HUMANOS. RAZÓN Y PALABRA , 80, p. 31.
4. Jurado Vargas, R. (2009). Reconstrucción de la demanda por el derecho humano a la comunicación. (CIESPAL, Ed.) Quito, Ecuador: Editorial Quipus.
5. Martín Barbero, J. (1995). La comunicación plural: paradojas y desafíos. Nueva Sociedad , 140.
6. Pérez Chavarría, M. (2004). Ética y Comunicación Interna en las Organizaciones: Estudio Exploratorio en Dos Multinacionales de Origen Mexicano. ITESM. Monterrey: ITESM.
7. Pérez, G. J. (2009). La relación entre ética y comunicación, en Sí mismo como otro, respecto a las categorías de verdad, libertad y justicia. Lima: Círculo Latinoamericano de Fenomenología.

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